jueves, 20 de noviembre de 2014
sábado, 15 de noviembre de 2014
viernes, 7 de noviembre de 2014
EL ÉXITO EN EL AULA
INDICADORES PARA PREDECIR EL ÉXITO EN EL AULA CON ALUMNOS CON TDAH
La escuela, junto con
la familia, es una pieza clave a la hora de encauzar el comportamiento del
alumno con TDAH y minimizar los efectos de sus síntomas con el fin de mejorar
su aprendizaje, sus habilidades sociales y su autoestima.
El niño con TDAH puede
tener un correcto desarrollo escolar si se aplican las intervenciones adecuadas
en el aula, actuaciones que se pueden generalizar a otros alumnos que no
presenten este trastorno. Esto no significa bajar el nivel de exigencia del alumno
con TDAH, sino implantar unas técnicas de modificación conductual y de
intervención en el aula adaptadas a sus necesidades específicas.
Hemos de ser capaces de
redirigir la impulsividad y la alta tasa de actividad, de manera que podamos impartir
la clase logrando que el alumnado con TDAH pueda participar en ella, es decir, mejorar
su comportamiento y no penalizarlo.
Con las pautas que
mostramos a continuación, para poner en marcha en el aula, se le podrá ayudar a
combatir sus síntomas y las conductas que se derivan de ellos, evitando que
cometa errores por descuido, a terminar sus tareas adecuadamente y a disminuir su
mal comportamiento. Así mejorará su rendimiento académico y su integración en
el aula, propiciando un buen ambiente general en el aula.
Para ello, la maestra
puede poner en práctica unas medidas relativamente sencillas, pero muy
efectivas que, en términos generales, son:
• Cuando hay que hablar
con ellos por alguna conducta inadecuada, lo mejor es hacerlo en privado, para
no avergonzarle frente al resto de la clase.
• Hay que valorar el
nivel en el que se encuentra el alumno en las distintas materias, identificando
sus debilidades y fortalezas.
• Es apropiado que el
aula donde esté el niño con TDAH tenga un número reducido de alumnos y un
ambiente positivo de trabajo.
• Las normas deben de ser
claras, con un clima de orden y compañerismo.
• Es conveniente que se
ubique en la primera fila, rodeado de alumnos tranquilos. A ser posible, alejado
de ventanas y puertas para evitar la distracción.
• Sobre el pupitre sólo
debe de tener lo que es necesario en cada momento, acostumbrándole a que guarde
lo que ya no vaya a utilizar.
• Las órdenes e
instrucciones en el aula deben ser cortas y directas, con refuerzos positivos. Órdenes
claras y concisas y sin ambigüedades.
• Mantener contacto
visual con el alumno cuando se le den órdenes.
• Es conveniente adaptar
contenidos, tareas y exámenes, haciéndolos más breves o, incluso, de forma oral
si se considera necesario. Las técnicas visuales que exigen menos de la lectura y facilitan la atención,
son preferibles. Emplear un esquema en la pizarra a modo de guión o una
presentación en power point puede ayudar mucho.
• Con la finalidad de
evitar la distracción, es mejor limitar el formato a una o dos preguntas por
página.
• En algunos centros, es
posible que exista un psicopedagogo para afrontar situaciones extremas.
• Enseñar estrategias de
autoinstrucciones mediante el habla interna, para que el alumno module su
conducta a través del lenguaje. (Ver Rutinas de Pensamiento también en este
Blog). Éstas podrían ser:
§ Escucho y pongo
atención a lo que tengo que hacer.
§
Cuando leo, me fijo mucho.
§ Pienso lo que tengo que
hacer. Marco un plan.
§ Hago el ejercicio con
cuidado. Puedo hacerlo bien.
§ Repaso con atención y
corrijo lo que esté equivocado.
§ Lo conseguí. Soy bueno
en esto.
• Hacer las actividades
más divertidas, rompiendo con la monotonía.
• Transmitirle el
concepto de “ganar doble”: terminar una tarea ya es ganar, pero además, se le
recompensará por haber tenido la conducta adecuada.
• Hacerle comentarios a
menudo sobre lo que está haciendo (“así vas muy bien”, “estás teniendo un
error”, etc.).
• Reafirmar y premiar
conductas adecuadas. Es conveniente elogiar al niño cuando está concentrado.
Para ello, se puede seguir la técnica de la alabanza, que consiste en valorar
al alumno aquello que ha hecho bien, de forma descriptiva, sincera y positiva. Fomentar
los premios, en lugar de los castigos. Éstos hay que limitarlos a cuando sea
necesario y sólo funcionan si son muy inmediatos.
• Las recompensas sociales
suelen ser más apropiadas que las materiales y tienen mayor efectividad.
• Es primordial prestar
atención al alumno cuando realice algo positivo y reforzar sus acciones con el contacto
físico (abrazos, tocar el hombro, chocar la mano…).
• Sentar al alumno cerca
del profesor y acordar con él una señal que evite su distracción.
• Transmitir la
información de manera explícita. Para ello, se pueden utilizar elementos que
sirvan como recordatorios (dibujos, fichas, notas, etc.).
• Es necesario enseñarles
técnicas para organizar el tiempo. Para que tengan conciencia del mismo, hay
que materializarlo en objetos, como relojes, cronómetros, relojes de arena,
etc.
• Elaborar un horario con
el alumno y pegarlo en su escritorio.
• Colocar un reloj de
cartón, que señale la hora en la que termina la jornada escolar. Completarlo con
un cartel adjunto en el que aparezca esa misma hora con palabras y números.
• Utilizar un reloj que
suene regularmente.
• Crear rutinas para el
aula y estructurar el funcionamiento de las clases.
• Incluir en la rutina
cinco minutos diarios para la organización del material.
• Avisar con tiempo de los cambios en las rutinas.
• Mostrar paso a paso lo
que hay que hacer en cada tarea.
• Establecer compañeros
de supervisión y estudio que ayuden al alumno, de tal modo que la dedicación del
profesor disminuya.
• Describir
detalladamente en la pizarra las tareas a realizar. No limitarse a nombrarlas.
• Situar la mesa cerca de la
pizarra para facilitar la atención a la explicación e incluso cerca de la mesa
del docente, para poder aplicar mejor los refuerzos cuando trabaje bien.
• Tener opciones para cuando no
es capaz de permanecer sentado.
• Tratar de que no emplee
materiales muy aparatosos que le hagan perder tiempo y despistarse (estuches
sofisticados, portafolios donde todas las hojas se pueden caer, etc.).
• Procurar que tenga goma,
correctores o bolígrafos que se borran para que pueda corregir los múltiples
errores sin llegar a la situación de tener que arrancar la hoja del cuaderno y
repetir el trabajo.
• Estructurar las tareas en
tiempos cortos (máximo de 30 minutos) y que permitan la coexistencia de
diferentes ritmos. Además de alternar las actividades tediosas con las que
generan más motivación para no caer en la fatiga.
• Si realizamos tareas en grupo,
es aconsejable que éstos sean pequeños (3-6 integrantes).
• Dar algún tipo de
responsabilidad al alumno en la organización de la clase, como puede ser
mantener limpia la pizarra.
• Fraccionar las tareas
en pequeños pasos, para que el alumno asimile mejor los conocimientos y evitar que
se aburra.
• Planificar el trabajo y
los descansos.
• Enseñar al niño cómo
debe de organizarse él mismo.
• Explicarle las ventajas
que obtendrá en el futuro con la realización de las tareas.
• Programar al alumno
pequeñas tareas o responsabilidades de ayuda al profesor, para eliminar la
tensión y energía acumuladas por permanecer quieto. Además, se refuerza su
autoestima al sentirse útil para la clase.
• Acordar que se levante
hasta la mesa del profesor para mostrarle los deberes. De este modo, mientras
el resto de compañeros permanece quieto en su mesa, el alumno con TDAH se habrá
desplazado en varias ocasiones.
• Desempeñar las tareas
que impliquen un esfuerzo mental después de periodos de esfuerzo físico, para
que el cansancio favorezca a su concentración.
• Permitir el murmullo y
el movimiento en el aula, encargándole tareas que le permitan levantarse cada cierto
tiempo (limpiar la pizarra).
• Si en los turnos, colas o
esperas tenemos problemas de impaciencia ligados a la impulsividad, podemos
ofrecerle un papel de gestor/a, que controle los turnos o vigile el buen
funcionamiento de la cola.
• No hacer caso cuando el
alumno realice movimientos incontrolados o establecer algún tipo de señal con
él de modo amigable para que corrija su actitud sin necesidad de regañarle. Un
ejemplo podría ser guiñarle un ojo.
• Evitar que los
compañeros imiten o animen al alumno con TDAH a realizar esos movimientos.
• Permitirle una cierta movilidad en el aula. Una buena
opción puede ser delimitar un área con cinta adhesiva e indicarle que puede
caminar dentro de ella cuando quiera.
• Acordar con él un
refuerzo positivo a cambio de quedarse sentado durante un periodo de tiempo. Si
no lo cumple, se le retiraría temporalmente el privilegio de poder hacerlo. De
este modo, tendría que desarrollar sus tareas de pie.
• Deben definirse
claramente las normas generales del aula y explicar las consecuencias de su
incumplimiento. Tienen que estar expuestas a la vista de todos y que se
recuerden a menudo.
• Desarrollar normas
personalizadas para el alumno con TDAH y hacer que antes de cada situación repita
en voz alta las que correspondan hasta que sea un hábito.
• Dividir los trabajos
favorece la asimilación de contenidos, así como la organización para ir
realizando las tareas. Se complementa con el uso de las autoinstrucciones para
dirigir la conducta.
• Establecer un sistema
de puntos para premiar al niño con TDAH cada vez que adopte una actitud correcta
o consiga un objetivo marcado. Se puede establecer un sistema similar para toda
el aula.
• Ignorar las actitudes
inapropiadas (extinción de la atención) y, en el caso de que sean muy molestas,
utilizar, sin abusar, el “tiempo aparte” o “silla para pensar”. Consiste en aislar al
alumno durante un tiempo determinado en un lugar sin estímulos y, una vez
pasado ese tiempo destinado a la reflexión sobre
una actitud concreta, retomar la actividad sin hacer mención a lo ocurrido. Es conveniente que
se le indique al alumno que este tiempo es algo positivo para él. El alumno se
sentaría lejos del resto de la clase durante un tiempo determinado: se
establece un minuto apartado, por cada año que tenga el niño.
• Si ese tiempo no es
suficiente, un segundo paso suele ser mandar al alumno a que se siente fuera del
aula. Regresará cuando él mismo considere que está en condiciones de hacerlo. En
caso de que los problemas persistan, el paso que sigue es enviar al alumno a
otra aula para que pase un tiempo lejos. Es apropiado asociarse con otro profesor,
a cuya clase se pueda ir a realizar otra tarea.
• Pensar en voz alta
puede ayudar al alumno a generar un lenguaje interno que controle su conducta.
Cuando está fuera de control:
• Llevar al niño fuera del aula.
• Intentar que se tranquilice.
• Aplicar un protocolo de intervención individualizado
que habrá sido acordado previamente con el psicopedagogo o el orientador del
centro.
La clase magistral es una
metodología poco apta para este alumnado. Es recomendable emplear técnicas más
ligadas al aprendizaje autodirigido:
- Trabajo por proyectos.
- Trabajo cooperativo.
- Aprendizaje por descubrimiento o actividades de
investigación.
- Trabajo con nuevas tecnologías. Así suelen
desenvolverse bien por la autonomía, por el carácter visual de los materiales y
por la propia motivación inherente al cambio de metodología. Además, ciertas
características del ambiente digital les hacen trabajar el autocontrol y la
inhibición de respuestas. Escribir en un teclado suele ser muy complicado por
su impulsividad.
-Refuerzo positivo y negativo. En el futuro, podremos
reforzar intermitentemente y, finalmente, dejar de hacerlo.
-Moldeado.
-Extinción.
-Economía de fichas.
-Técnica de coste de la respuesta
-Tiempo fuera (time out).
-Autoinstrucciones.
*Nos hemos apoyado en la
propuesta de Isabel Orjales (2010) “Déficit
de atención con hiperactividad. Manual para padres y educadores y el
documento Ideas clave en la respuesta
para el alumnado con TDAH”, desarrollado por la Consejería de Educación y
Ciencia de la comunidad de Castilla-La Mancha en colaboración con las
asociaciones de TDAH.
**Para conocer más sobre mapas
mentales: Tony Buzan (2000) “El libro de los mapas mentales” o “La revisión con
fines pedagógicos” de Arcelia Gutiérrez (2010) Asociando, conectando y
aprendiendo.
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